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Un pescador estadounidense capturó un enorme tiburón martillo (su longitud alcanzó los 3,6 metros). El afortunado pescador decidió finalmente liberar al pez.
Brandon Griffin, un joven de veintitrés años de Florida, se cebó con un tiburón y consiguió sacarlo. Pero tras consultar con un amigo que también pescaba cerca, Griffin soltó el trofeo. Dijo que era consciente de que esta especie de pez no suele sobrevivir a las heridas de anzuelo, por lo que pensó que lo mejor era acabar con el sufrimiento del pez lo antes posible y devolverlo a su entorno nativo.